Cuando era una niña soñaba con sentir la libertad y galopar con un caballo por un prado verde, sin montura ni cuerdas. Imaginaba la complicidad y el entendimiento que se podía tener con otro animal, al estado puro de la vida, sin ataduras ni obligaciones y, tras años de trabajo, mi sueño se ha hecho realidad.
Con solo 5 años de edad me subí a mi primer caballo y recuerdo lo difícil que era poder coordinar esos movimientos con un sin fin de emociones complejas de descifrar. En esos momentos, sin saberlo, mis sueños empezaron a contaminarse poco a poco: las presiones, las obligaciones, los tirones, los aislamientos, las represiones eran mi día a día. Vivía esa realidad con toda normalidad y poco a poco fui creciendo y mejorando la técnica de la dominación.
Comprendí esa presión que ejercemos en los caballos y con otros animales, ya que es la misma la cual estamos expuestos los profesionales. Justificaba constantemente nuestras acciones: «esa relación es la natural, ellos son la presa y nosotros los depredadores». Mi refugio durante años fue auto convencerme que el mundo no era como lo percibía y que no podía cambiarlo: dentro lo malo, no es tan malo, ¿verdad?
Generaciones de esclavitud animal deben empezar a cambiar. Yo quiero vivir un sueño, ¿y vosotros?
¿Acaso era esa relación la que me condujo a vivir y amar a los animales?
Desconocía cómo no formar parte de todo ese mundo y quería convivir entre animales en armonía. Fuera donde fuera siempre veía lo mismo: sufrimiento y más sufrimiento.
Las circunstancias y la búsqueda constante de aprender y mejorar la vida de ambos, hicieron que me topase con la información adecuada para poder cambiar el rumbo hacia el bienestar animal. Aprendí que hay distintos sistemas de entrenamiento no aplicados y desconocidos en la equitación, entre otras cosas. Tras años de esfuerzos, ayuda y resultados, he decidido formar parte del cambio. Un cambio que empieza hoy y que quiero compartir con todos vosotros.
Parte de mi trabajo en Simbiosi es transmitir mis conocimientos y juntos poder cambiar una parte del mundo del caballo que lleva décadas iguales. Generaciones de esclavitud animal deben empezar a cambiar. Yo quiero vivir un sueño, ¿y vosotros?
MIREMOS HACIA UN MAÑANA PARA CAMBIAR UN AHORA
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